El entrenador surgido en Los Andes es un ejemplo para no bajar los brazos y generarse oportunidades. Fue campeón con Los Andes, saltó al profesionalismo boliviano en Potosí como ayudante de Malvestiti, regresó y siguió activo y esperando. En su búsqueda tuvo premio, después de un año y medio consiguió su contrato en Rosario Central.
Por Eduardo La Negra Bigotti
El fútbol y los jugadores ya no son lo mismo que en el 80 o el 90, hoy en inferiores se trabaja con psicólogos, coordinadores, se le está encima al pibe día a día para que sienta que está contenido en su sueño de ser profesional. Román parece haber recibido el premio a la búsqueda y encontró su nuevo lugar el mundo. En su primer año de trabajo con adolescentes, puede dar testimonio que siendo de acá también se pueden tener oportunidades y aprovecharlas. ¿El secreto? Seguir formándose día tras días y no temer a los desafíos.
Detalles, formas de trabajo y sus sensaciones en el profesionalismo júnior, están en este pequeño e interesante ida y vuelta que hicimos cerrando este 2019.
-Román siempre fuiste un tipo que se movió y formó para saltar el cerco de la liga y hoy te toca estar en Rosario Central ¿Cómo se dio tu llegada a un club profesional?
-Un poco viene de años atrás, siempre tratando de hacer relaciones, de estar relacionado con los clubes de AFA mirando entrenamientos, capacitándome y había tenido un par de entrevista con la gente de Central un año y medio atrás pero no se había dado la posibilidad y este año en el parate del primer torneo se dan las vacaciones de Julio tuve un llamado para ser entrevistado entre otros 10 entrenadores para ocupar el lugar de Ricardo de Alberto que estuvo trabajando ahí en Firmat y dejaba las categorías para irse como ayudante de campo del Kili González en la Reserva. Así que después de 3 entrevistas fui notificado de que iba a entrar a trabajar por suerte como Director Técnico de AFA que era lo que yo buscaba.
-En la lógica de un jugador de primera de aquí allá hay como 5 escalones para un niño como es adaptarse al juego, a la institución ¿Cómo fue esa experiencia de adaptarse rápido durante el trabajo?
-La adaptación costó un poco fue un cambio bastante grande principalmente para entender la metodología de trabajo del club en el que te bajan una línea de trabajo mediante el metodólogo Lucas Magiolo y me ayudó mucho ese período de pretemporada en invierno donde pude conocer a los demás entrenadores, tuvimos muchas reuniones. Siempre el equipo técnico hace muchas reuniones donde se debate el método de trabajo, ejercicios para diferentes conceptos, entonces me sirvió porque fue un mes y medio previo a iniciar el torneo, la competencia. Siempre fui una persona de no ocultar mis dudas, de preguntar, de pedir ayuda. Me encontré con un grupo muy abierto, la verdad muy solidario y que enseguida me hizo sentir cómodo, así que mi adaptación fue bastante rápida y buena. Si que se trabaja diferente y uno no tiene que parar de capacitarse porque siento que estamos todo el tiempo siendo evaluados y los chicos necesitan que nosotros realmente les dejemos un mensaje, les enseñemos y en esta etapa de formación es muy importante estar capacitado. Así que no se deja de estudiar, de aprender y tratando de estar a la altura.
-¿Qué edad tienen los chicos con los que entrenas? Porque debe ser un desafío contener a los que no son de Rosario y están ahí buscando ser profesionales siendo adolescentes.
- Si, este año trabajé con chicos de 14 y 16 años. Con los chicos 2004 que yo era el técnico, trabajamos mucho sobre su vida, su educación, creo que los valores son fundamentales y estando muy lejos de la familia en la mayoría de los casos. Tenemos que trabajar no solo en el aspecto técnico y táctico, sino mucho en la contención, en lo social, en que el pueda disfrutar a la distancia a sus seres queridos del deporte, el fútbol que es lo que eligió y que es una carrera muy difícil camino al profesionalismo. Tenemos la ayuda del Departamento de Interdisciplina que es donde los psicólogos trabajan mucho con los chicos, nosotros tenemos 2 bloques especiales con ellos donde después tenemos los informes semanales que nos ayudan a saber sobre sus necesidades sobre todo. Están muy contenidos la verdad que Central trabaja en eso muy bien, tienen sus tutores en la casa donde viven, su psicólogo como te decía y el Coordinador permanentemente en dialogo con ellos conjuntamente con los entrenadores de cada categoría.
-Y a la hora de rodar la pelota cuando empezaste a dirigir ¿Qué cosas te sorprendieron o te llamaron la atención de rivales y propios?
-Entre tantas cosas que fueron sorprendiendo en el transcurso del torneo, en lo deportivo cuando rodó la pelota, me llamó mucho la atención la intensidad con la que juegan chicos de 14 años, la velocidad del juego. Me parece que ahí está la diferencia más grande con respecto a lo que nosotros vemos acá, la velocidad del pase, la movilidad, técnicamente se está trabajando mucho en el fútbol argentino y se nota. Muchas horas semanales que acumula el chico trabajando tanto en el golpe, en la velocidad del pase, en la recepción orientada y eso hace que el juego tenga mayor fluidez y mucha velocidad, eso me llamó mucho la atención. Después fuera de lo deportivo me quedé con una grata impresión con los predios, con las instalaciones de los diferentes predios. Me parece que el fútbol argentino tiene en inferiores predios muy preparados. La verdad que eso me llamó mucho la atención, sobre todo encontrarme con el de Boca que es a nivel europeo, un poco fueron las cosas que más me fueron sorprendiendo.
-Y en lo personal ¿En qué momento sentiste que estabas a la altura? Porque a cualquiera de nosotros nos daría ansiedad, sensaciones y como uno se siente.
-En realidad sentí en las primeras semanas y el primer mes te diría, lo que había ido a buscar. Necesitaba un cambio en la profesión, necesitaba exigirme un poco más. Yo acá en Alcorta siempre trabajé como si fuese mi club o el que me toqué fuese la Selección Argentina, pero necesitaba sentirme observado, evaluado, encontré eso, esos miedos de una nueva experiencia, esas dudas que te hacen como volver a empezar. Me sentí cómodo porque era lo que buscaba, con los nervios lógicos, aprendiendo todos los días, de a poquito soltándome y el día que mi equipo en un entrenamiento me hizo sentir identificado que era lo que buscaba y lo que quería y de a poco iba logrando lo que la coordinación me pedía para esa categoría, una vez que dirigí mi primer partido y tuvimos la suerte de ganarlo en Godoy Cruz, fue un partido muy lindo, ya me vine contento, mucho más suelto y de ahí en más me sentí como en mi club, como en mi casa. Hoy me siento así, ojalá dure mucho tiempo más porque esto nunca se sabe a ese nivel que puede pasar, por diferentes cambios dirigenciales o de coordinador. Hoy siento que soy yo, el que me gusta ser y que puede transmitir todo lo que va aprendiendo en el día a día a sus jugadores, nunca se deja de aprender y estamos en ese camino y ojalá esto no se termine nunca.
- Teniendo en cuenta que estás en Rosario y el clásico se vive de manera única ¿Los pibes pueden alejarse de ese clima, es lo mismo o lo viven de otra manera?
-Desde mi lugar y desde el trabajo que hace el equipo técnico intentamos que lo chicos puedan disfrutar del clásico, que lo vivan como se tiene que vivir, que puedan disfrutar, que jueguen sin ningún tipo de presión, que no piensen en el día después, en el que dirán. La verdad es que se vive una previa demasiado intensa y a veces los chicos no se pueden separar de todo eso. Lamentablemente el clásico de inferiores se juega a puertas cerradas y todo eso hace que sea un partido especial y que todo lo que intentamos para que el chico lo pueda disfrutar y no alcanza. Pero estamos en ese trabajo, este año yo soy nuevo y me tocó dirigir un solo clásico pero esa jornada fue buena, fue positiva. Los equipos hayan ganado o perdido, se comportaron como debían comportarse y en ese sentido el trabajo se cumplió. Esperemos que año tras año eso se pueda mejorar y se pueda vivir de otra manera en primera también.
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